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El mito de Deméter y Perséfone se parece mucho al de Telipinu, que no tiene nada que ver con el Mundo de los Muertos. Cerca de Figalia, un pueblo de la Arcadia (una de las regiones del Peloponeso) hay una cueva donde se adoraba a Deméter Negra, o Melaina, o Melana; una diosa asociada al Inframundo. Al parecer, existió una escultura de Deméter vestida de negro y con cabeza de caballo. El mito que explica esta adoración dice que en esa cueva se escondió Deméter muerta de rabia después de que hubiese desaparecido su hija y, además, a ella la hubiese violado Poseidón. Mientras Deméter buscaba a Kore, Poseidón se obsesionó con ella. Aunque se convirtió en yegua y se puso a pastar camuflada entre una manada para evadirlo, él consiguió violarla convertido en caballo. De ahí la cabeza de la escultura.

Oculta en la cueva, sin querer saber nada del mundo, empezó a desfallecer la vida: interrumpieron su crecimiento y reproducción todas las especies animales y vegetales y, por consiguiente, comenzó a cundir la necesidad entre dioses y mortales. Zeus ordenó que se la encontrase y se la retornase al Olimpo, para que el mundo y la vida volvieran a funcionar. Pan, el dios con patas de cabra, fue quien descubrió su escondite. Las moiras, responsables del destino, quienes consiguieron convencerla de que debía regresar.

Podemos prescindir de Kore, olvidarnos de ella, y aun así tendríamos un mito semejante al de Telipinu: un dios que se retira dejando el mundo sin su cuidado. La historia se mantiene por sí sola sin necesidad alguna de viaje al Infierno. Pero en el relato de Inanna/Ishtar, es la diosa que se ocupa del mantenimiento de la naturaleza quien muere/viaja. En este y en el hitita simplemente se va. Sin embargo, sucede lo mismo. No cesa la actividad sexual en el mundo porque Hades rapte a Kore, sino porque Deméter se enfada. Hades podría haber raptado a Kore sin consecuencias para terceros – dioses y mortales – y, por otro lado, Deméter habría causado con su ocultamiento en la cueva esas mismas consecuencias sin necesidad de que nadie se trasladara al Reino de los Muertos.

En el artículo From Telepinus to Thelpusa: In Search of Demeter, incluido en Structure and History in Greek Mythology and Ritual, Walter Burkert advierte esa duplicación en el mito: podríamos decir que Kore/Perséfone representa el papel de Inanna/Ishtar al provocar la pérdida de fertilidad en la Tierra a causa de su mudanza al Reino de los Muertos y, también, Deméter hace de Telepinu al provocar los mismos efectos retirándose a una cueva. Dice Burkert que Deméter se esconde, llena de rabia, o bien porque la ha violado Poseidón o porque su hija ha desaparecido. Y que es el hecho de que se esconda lo que provoca la detención del crecimiento en la naturaleza. También conviene considerar que el rapto por parte de Hades conduce a un matrimonio en toda regla, y que, a partir de entonces, Perséfone reina en el Inframundo; como Nergal después de vencer a Ereshkigal y convertirse en su esposo. En la mitología y en los rituales griegos, Perséfone no es, ni mucho menos, una muchachita víctima de un sátiro, sino una diosa poderosa y cruel, implacable en el trato a los difuntos. Tan solo la magia musical de Orfeo logró aplacarla en cierta medida, cuando consintió en que Eurídice abandonara el Tártaro.  Pero aun en esa decisión incluyó una cláusula tan estricta como innecesaria: Eurídice podía regresar a la vida siempre que Orfeo no volviera la vista antes de que los dos estuviesen íntegramente bañados por la luz del sol. Eurídice se quedó en el Infierno.

Hay una ceremonia ritual que consiste en “encontrar” a la diosa madre escondida en su cueva. Al repetir el hallazgo, hombres y mujeres, animales y plantas deben volver a su habitual ciclo de crecimiento y reproducción.

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