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INTRODUCCIÓN

Lo que hace esta página es agrupar mitos en familias, ignorando la cultura a la que pertenecen. Las familias de mitos serían similares a las familias lingüísticas: igual que decimos que francés y español son hijas del latín y, por tanto, hermanas entre sí, y el latín y el eslavo hijas del indoeuropeo y, por tanto, francés y español serían primas del ruso y el eslovaco y nietas del indoeuropeo, muchos mitos conocidos en diversas lenguas y tradiciones presentan semejanzas en su temática y/o en el desarrollo de su trama que nos permiten intuir que comparten algún ancestro común (o un modelo que los humanos tendemos a producir igual en distintos momentos aun sin saber que el mismo modelo está produciendo otros mitos casi idénticos en otras partes del globo). Es tentador imaginar arquemitos de los que procedieran conocidos mitos hindúes, hititas, babilonios, egipcios, griegos…

Estos arquemitos serían un mito en sí o al menos el embrión de un mito. De este modo, La conquista del Inframundo narraría el viaje de un dios desde el Mundo de los Dioses al Mundo de los Muertos para hacerse con el poder de este. O El árbol de la frontera sería el relato de un árbol vigilado por un monstruo o serpiente cuyo fruto da acceso a otro mundo, en general al Mundo de los Vivos.

Hemos podido agrupar seis familias de mitos, que presentamos en un presunto orden cronológico:

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La conquista del Inframundo cuenta un viaje al Infierno – voluntario u obligado – que acaba con el viajero como rey o reina del Mundo de los muertos o como consorte del rey o reina. Esto les sucede a Inanna/Ishtar en Mesopotamia, a Perséfone en Grecia, a Nergal también en Mesopotamia, a Baal entre los hititas, a Osiris en Egipto…

El árbol de la frontera trata de un árbol situado en la frontera entre dos mundos. Con la evolución del mito, puede traducirse en una frontera entre dos vidas muy distintas, como el de Jasón y Medea. Para traspasar la frontera hay que obtener el fruto del árbol, pero lo custodia un dragón. Una mujer tiene suficiente poder para seducir o dormir al monstruo y le brinda el fruto a un hombre, que no lo tiene. Pueden protagonizar este mito Adán y Eva en Israel, Jasón y Medea en Grecia, Lilith/Lilitu en Israel/Mesopotamia, Ixquic en Centroamérica o Hathor en Egipto.

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Viaje a la mujer es el mito del héroe que adquiere la sabiduría o los poderes de la mujer (como vemos en los casos de Medea o Eva) por el único medio posible: ser mujer por un tiempo. Aquiles vivió en el gineceo vestido de mujer con el fin de evitar ir a la guerra hasta que fue descubierto por Ulises, Tiresias – el vidente - fue mujer durante siete años y ejerció de prostituta, Heracles se travistió con su amante Ónfale y se puso a sus órdenes, el dios Dioniso tiene un lado afeminado que le hace atractivo, por distintas razones, a los hombres y a las mujeres…

La domesticación de los dioses consiste en el proceso por el que el hombre va haciendo cada vez más simbólico el sacrificio ofrendado a los dioses, hasta que apenas le cuesta nada conseguir que el dios se muestre benevolente. Así, tanto en Mesopotamia como en México sustituían al rey por un esclavo o un ciudadano de poca importancia para sacrificarlo en su lugar, adecuadamente disfrazado; en la Biblia encontramos a Abraham dispuesto a sacrificar a su primogénito y después detenido por la mano de Yahveh, y sustituyendo al niño por un carnero; en Grecia a Agamenón dispuesto a sacrificar a su hija Ifigenia para obtener de los dioses viento para sus naves y a Ifigenia siendo sustituida en el último momento por una cierva; Jesucristo instituyó la representación de la Eucaristía, por la que un trozo de pan se convierte en su cuerpo y eso es todo lo que hay que sacrificar.

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Vellocinos es una colección de relatos en los que, siguiendo la estela de El Vellocino de oro, distintos héroes – dioses o mortales – pasan de una situación a otra muy diferente gracias a un vellocino, bien cubriéndose con él para ocultarse, como Jacob o Ulises; bien utilizándolo en su negociación con Dios, como Gedeón en la Biblia, o bien sellando con él su pacto, como Telipinu el dios hitita.

Un caballo en la ciudad contiene solo dos mitos: el Ashvamedha y el Caballo de Troya. En ambos se acerca un caballo a la ciudad que se quiere rendir y, de alguna manera, es el caballo el que decide el futuro de la ciudad según el recibimiento que reciba por parte de sus habitantes.  Está muy relacionado (emparentado) con el pharmakón o chivo expiatorio (Yom Kippur), que se puede observar en todas las culturas.

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