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NERGAL Y ERESHKIGAL

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Ante la fiesta que los dioses babilonios iban a hacer en casa del padre, Anu, se acordaron de su hermana Ereshkigal, quien, como reina del Mundo de los muertos, no podía subir al Cielo a hacerles compañía. Dado que ellos tampoco podían bajar al Infierno, enviaron a un mensajero con la orden de que le dijera que enviase ella a uno suyo para participar en el festín y llevarle luego su parte. Así se hizo, y Ereshkigal mandó a su fiel paje Namtar. Era costumbre, tanto entre los caballeros como entre los dioses, dar a los enviados el mismo trato que se merecían sus señores. Por ejemplo, cuando entraba, todos debían levantarse. No se nos dice por qué, pero el hecho es que Nergal no se puso en pie ante Namtar, lo que constituía un grave desprecio a Ereshkigal. Cuando esta se enteró, quiso matar enseguida al maleducado, exigió que se lo llevaran para matarlo.

Nergal le pidió consejo a Ea, que era su padre. Ea le sugirió que se afeitara la cabeza para que no lo reconocieran. Con este nuevo aspecto, al subir de nuevo Namtar al Cielo con el propósito de ponerlo ante Ereshkigal – con el beneplácito de Anu – no supo decir cuál de los dioses era el que no se había levantado en su presencia.

Disponemos de dos versiones de este mito. La más antigua es también más breve. Está en

una tablilla encontrada en El-Amarna, la ciudad de Akhenatón. En ambas versiones, ante la insistencia de Ereshkigal y su paje Namtar, al final Ea decide que lo mejor es que

Nergal baje en persona al Reino de los Muertos y se enfrente a su diosa. Le provee de una poderosa escolta compuesta por catorce miembros: Fulminante, Esbirro, Espía, Perseguidor, Asma, Epilepsia, Vértigo, Ataque, Sonambulismo, Fiebre, Infección y otros tres cuyos nombres no nos han llegado. En la segunda versión, en vez de darle soldados, Ea le da consejos, como suele hacer: que no se siente en la silla que le ofrezcan, que rechace el pan, la carne y la cerveza que le ofrezcan y que tampoco acepte el pediluvio que le propongan.

En la tablilla de Amarna se nos cuenta que nada más entrar al Reino de los Muertos, Nergal desplegó su tropa por las catorce puertas (sabemos que eran siete, pero en este relato se cuentan como puertas dobles), haciéndose así con el poder militar. Ereshkigal, acorralada, claudica y le plantea hacerle su esposo - y, por lo tanto, rey – a lo que Nergal accede encantado. En la otra, cumple estrictamente todas las órdenes de su padre, excepto la última: no ceder ante las insinuaciones libidinosas que seguramente le hará la reina. Cede.

Nergal volvió a subir al Cielo y Ereshkigal se quedó destrozada. Se había ido – dijo - antes de que ella se hartara de hacer el amor con él. Envía otra vez a Namtar al Cielo con la misión de llevárselo. Y con la amenaza de hacer subir a toda su población a la Tierra hasta que haya más muertos que vivos en ella. Pero Namtar no le reconoce: Ea le ha rociado la cara con Agua del Pozo para que se quede calvo, bizco y deteriorado. Sin embargo, Ereshkigal conoce los efectos del Agua del Pozo; cuando Namtar la informa de su intento, le ordena que se apodere del dios calvo, bizco y deteriorado. Lo consigue, lo pone a disposición de su señora y Nergal y Ereshhigal dedican el primer día a hacer el amor, el segundo día siguen haciendo el amor, el tercero continúan, y el cuarto e igualmente el quinto y el sexto. Pero el séptimo… – no te lo vas a creer, desocupada lectora – el séptimo día Nergal descansó.

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